sábado, 12 de julio de 2014

Carta de Arantza Díaz Villar, sobre su hospitalización por cáncer de colon.

Poster. Arantza Díaz presa comunista del PCE(r).
Cartas desde prisión

Arantza Díaz Villar

C.P. Villena, julio 2014

¡Saludos a todxs!
Lo primero es daros las gracias a todo el mundo, camaradas, solidarixs, amigxs... por estar ahí brindándome vuestro apoyo, fuerza y cariño. Y es que a pesar del aislamiento y la dispersión, os aseguro que me han llegado.
Ahora paso a relataros qué es lo que me ha sucedido en estas últimas semanas, que de sobra sé que os he dado un buen susto, y oye, que no era mi intención...

El 26 de mayo, me realizaron una colonoscopia en el hospital de Elda donde me diagnosticaron un adenocarcinoma de tipo intestinal, es decir, cáncer de colon. Me señalaron que querían hacerme alguna otra prueba (TAC) y operarme cuanto antes. Pero resulta que ya días antes de la colonoscopia había empezado a tener problemas para ir al baño, y después se agravaron; con la añadidura de haber empezado a vomitar desde el día antes de la prueba. Resultado de todo ello es que el día 29 a la tarde-noche salí a urgencias de la prisión, pues nada de lo que me habían recetado parecía surtir efecto alguno. El médico no lo dudó y según me vio me dijo: “Te voy a sacar al hospital, lo que me cueste pedir una ambulancia y que venga”. Así fue, traslado al hospital de Elda donde me realizaron radiografías y me dieron el diagnóstico, oclusión intestinal con necesaria intervención urgente. Pero como iba a tener que ser ingresada, se hacía necesario trasladarme al hospital de Alicante donde sí tienen módulo de seguridad. Así que nuevamente traslado en ambulancia a Alicante donde me intervinieron a primera hora del día 30 de mayo.
Y como ya estaba allí, me hicieron las pruebas que me faltaban y el día 9 de junio entraba al quirófano para intervención del cáncer de colon. Todo fue bien, retiraron el tumor, no fue necesario colocarme la bolsa, y la recuperación va bastante bien. Ahora estoy a la espera de los resultados (análisis del tumor y de los ganglios que estaban alrededor) para ver qué tratamiento he de seguir. Pero la verdad, me encuentro bien y recobrando fuerzas. Me queda mucha guerra que dar.

Me queda por contaros, después del puro parte médico, cómo fue el trato en el hospital, comportamiento del equipo médico...
Del equipo médico que me ha tratado en el hospital decir que se han portado como profesionales, podría excluir a alguna enfermera que parecía tener demasiado presente que soy una presa, pero en general bastante bien. Y del servicio médico en la prisión digo lo mismo, profesionales.
Dibujo. (de una reja dos manos, empuñando una bandera roja)
Por otro lado mi estancia hospitalaria la definiría como más prisión que la prisión.
En los 15 días que he estado hospitalizada no me han dejado llamar por teléfono nunca, ni una sola vez, con lo que la comunicación con el exterior se vio reducida a las 2 visitas semanales de mi abogado (el cual tenía que pelearse la visita cada vez que venía), y a la única visita de 40 minutos en fin de semana que tenía con la madre de mi compañero desplazada para ello desde Galiza. A nadie más se le permitió la entrada, ni amigxs, ni familiares de mi pareja. Y las visitas del abogado y mi madre política siempre las realizamos con la puerta abierta y un policía escuchando. Así que, ¿dónde queda aquello de la inviolabilidad de las conversaciones con el abogado? Incluso he tenido que “aclararle” a algún policía que yo no estaba incomunicada cuando se permitió el meterse en una conversación entre la trabajadora social y yo.
Eso sí, dificultades para visitas de personas allegadas, todas las habidas y por haber, pero nadie me preguntó si quería hablar con alguien de la pastoral y allí que me encontré una persona en mi habitación al salir del baño. Sin embargo, sí que me preguntaron si quería ver a mi compañero antes de dejarle entrar. Por lo visto el que lo llevase la guardia civil con un permiso de la Audiencia Nacional no les terminaba de convencer a los nacionales... Visita que realizamos con él esposado pues el madero se negó a quitarle las esposas. Y estuvo únicamente 20 minutos ya que así lo ordenó la jefa de planta, la cual debe tener el carnet de policía-jueza, para darnos ¡la mitad del tiempo que el de una visita normal! y “olvidar” que allí había una persona enferma grave. Si continúo con las “anécdotas” puedo contaros de la “humanidad” de los policías que me bajaron a quirófano e impidieron a mi madre política darme un beso “por motivos de seguridad” yo ya en la camilla y preparada para entrar a la operación. Sin comentarios. Totalmente diferente fue el trato de los policías que me subieron de la sala de recuperación a la habitación: “puede darle un beso si quiere”. Ante la sorpresa de mi familia “¿de veras? Es que antes no nos han dejado...”, uno de ellos contesta “Todos no somos iguales”. Lo cual he de reconocer que fue cierto durante mi estancia hospitalaria, hubo quienes fueron sencillamente correctos y no se ensañaron, y quienes...
Anécdota agradable fue la que me sucedió en el mismo quirófano. Me había quitado los pendientes y la cadena, pero olvidé quitarme la pulsera republicana de hilo regalo de una querida camarada. Cuando me lo señalaron pensé “adiós, ahora cogen las tijeras y la cortan”. Además esos días el bobón había abdicado y estaba la cuestión a la orden del día. Pues me equivoqué. Uno de los allí presentes dijo “voy a ver si te la puedo soltar y te la guardo”. Dicho y hecho, aunque pensé “como que se van a cordar de ponérmela al terminar la operación”. Me volví a equivocar, cuando me estaban despertando para decirme que todo había ido muy bien, alguna persona me estaba poniendo la bandera republicana...

Eso sí, puedo contaros que pude comprobar como se están cargando la sanidad. Falta de personal, señalado por las mismas enfermeras que no daban abasto para atendernos en algunos momentos. Comida escasa y repetitiva, incluso una médica me señalaba que la comida dejaba que desear, y ante mi petición de más agua (sólo 1 litro diario) me indicaron que la cocina estaba privatizada y solo daban esa botella. La opción era beber del grifo, cuando resulta que en Alicante la cantidad de cal que tiene hace que nadie beba del grifo, y para colmo, sale caliente. ¡Qué os voy a contar que no sepáis ahí fuera de los archinombrados recortes!

Me despido con un fuerte abrazo y muchos besos. Amor y Fuerza. Aupa Zuek, Jotake irabazi arte!
Arantza

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