martes, 21 de febrero de 2012

Entrevista a "Gatza", 31 años preso político

 
ENTREVISTA al expreso político JOSE MARI SAGARDUI “GATZA”, 31 años en la cárcel.


Nace en Zornotza el 10 de julio de 1958. Pasa en la cárcel 30 años y 9 meses, sale en libertad el pasado mes de abril; era el preso político que llevaba más tiempo en prisión en Europa. En todos esos años ha vivido de todo: la dispersión, 14 cárceles diferentes, 190 días de huelga de hambre, un intento de fuga, los retrasos en la fecha de su puesta en libertad, las palizas... (...)

 
La juventud no se cruza para todos en un punto tan determinante de la historia.


Eran tiempos de Franco. Detenciones, fusilamientos, muerte de militantes, asambleas clandestinas...Todas las manifas eran ilegales: se sacaba la pancarta, se gritaba un rato y en cuanto venía la policía, todos en un visto y no visto, al monte. Las historias que me contaba mi padre de cuando era pequeño hacían su eco en mí. Me emocionaba al imaginar las bombas que iluminaban el cielo bombardeando Lemoa o Bizkargi. Te das cuenta de que esos temas son tabú, que tenías que estar completamente seguro de que las paredes no escuchaban cuando hablábamos en casa en euskera, que el miedo de la postguerra seguía vivo, y empiezas a reflexionar en solitario, atando cabos, intentando escapar de alguna manera al ambiente que reina.


¿Eso implicaba meterse en ETA?


Visto la petición de la gente en ese momento, y visto como caían gudaris, ese fue el paso más lógico del mundo para mí. La militancia y el militante siempre son conscientes. La persona que se mete sabe perfectamente lo que pone en juego. No tienes que andar adivinando nada porque tienes presente lo que le ha pasado a los demás. Estás avisado desde el mismo momento en el que el enemigo mediatiza las detenciones y las condenas. Teniendo esto en cuenta vas haciendo el camino midiendo cada paso que das para no caer. Sabes de sobra que la policía puede cometer errores, que puede atraparte en cualquier momento. Tú en cambio estás abocado a la perfección, porque un solo error puede llevarte a la ruina.


Te detuvieron el 8 de julio de 1980


Fue muy duro y muy violento. Estaba en la cama, destrozaron la puerta de casa a culatazos y a partir de ahí, casi prefiero no tener que recordarlo. Una vez que te has tragado las consecuencias de la detención, es mejor dejar ese pasaje aparcado en el pasado. De casa me llevaron a la comisaría de Indautxu incomunicado. Estas aislado, no sabes dónde estás, qué día es, si es de día o de noche. Te cortan el sueño, te humillan, te apalean y a partir de ahí todas las salvajadas que puedas imaginarte.
Una vez en la cárcel me enteré por parte de un compañero que mi aita había estado dando vueltas por la comisaría gritando “¡ánimo Gatza!”. Creo que es la única vez que mi aita me ha llamado “Gatza”.


¿Cómo es posible que un ser humano haya inventado para destruir a otro ser humano instrumentos como la cárcel o la tortura?


En la mili un militar decía que la mitad del mundo existe para joder a la otra mitad. Una verdad como una casa. Tú siempre andas lanzando hipótesis, intentando entender su lógica, calculando cómo quieren hacerte doblegar mediante sus castigos y normas, pero todo es una crueldad, una crueldad que se queda de puertas para dentro por que no sale al mundo. Que el hedor no conciencie a nadie y no escandalice a nadie. En prisión nunca sabes lo que te espera, siempre están haciendo pruebas contigo, eres su ratón de laboratorio. Te cortan las relaciones con tus amigos, te ponen a prueba cacheando en los vis a vis a tus familiares. Hoy te vienen a molestar, mañana te llevan a una celda de aislamiento super estrecha por la que apenas entra el sol... Ésto trae consigo mucha tensión, y aunque tú intentes evitarla, en un momento la situación te puede desbordar. (...) Estás condenado a vivir el día a día, no sabes dónde estarás mañana. Estás en sus manos y tienes que intentar mantener tu forma de ser mientras te utilizan como un trapo de usar y tirar.


¿Es muy canso ser consciente de ésto y asumirlo?


Aunque estés mentalizado de muchas cosas, no pueden hacerse. Éso es lo que ahí, éste es el mundo en el que estás viviendo, y si quieres sobrevivir no tienes más remedio que aceptarlo. Es muy complicado acertar a colocar tu cabeza en el sitio adecuado; pero con tenacidad, puedes llegar a espantar la neblina y continuar manteniendo tu actitud y tu manera de pensar. Es imprescindible hacerlo para no caer en las garras de la cárcel. Tú tienes que seguir tu camino, afrontando que algunas cosas que no esperas ocurran alguna vez, y sabiendo que el carcelero que viene de amiguito hoy es el que mañana puede apalearte. Yo siempre he intentado centrarme en mi camino y mantener la distancia con los carceleros. Piensa que me he topado con funcionarios que habían nacido estando yo preso. Él lo sabe, tú lo sabes, pero nadie dice nada. Para los carceleros no eres una persona a respetar, a pesar de llevar años preso te mantienes sin arrodillarte ante ellos, por lo tanto, estás mal visto, eres sospechoso, no eres una persona de fiar. Les jode mucho no conseguir de ti lo que ellos quieren. Cada día quieren hacerte morder el polvo, pero tú te mantienes de pie y cada día que pasa es una derrota para ellos. Eso es una fuente de odio y frustración para ellos. Muchas veces me he preguntado a mi mismo “¿éste se ha mosqueado hoy con la mujer y viene aquí a pagarlo conmigo o es que ésta gente es así?”. Es por eso que siempre he seguido mi camino, no he comido de la mano de nadie, intentando cometer los menos errores posibles y asumiendo todas las consecuencias.

Da miedo
No le tengo miedo a la cárcel, no creo que haya que tenérselo, pero si que hay que tenerle un cierto respeto. La cárcel es un agujero profundo rodeado de inmensas paredes, y la batalla diaria del preso consiste en no caer en ese agujero. Le tengo respeto a las cosas que pueden pasar durante la batalla, por que en cualquier momento puede pasar cualquier cosa. Muchas veces me preguntan si la cárcel es cómo la que sale en las películas. ¿Cómo va a serlo si la película dura dos horas y mi condena más de treinta años? Es muy difícil explicar lo que es la cárcel a alguien que no la ha vivido en sus carnes. Ni la mente más prodigiosa del mundo podría llegar a imaginar cómo reaccionaría ante las situaciones que se producen dentro de la cárcel. La cárcel es muy destructiva.


¿Por eso sueña el preso con la fuga?


La sed de libertad es inagotable. Casi sin querer estás pensando en detalles como “por aquí habría una posibilidad” o “a ésta hora no tengo al carcelero encima”. A veces ves la calle desde la celda y piensas “no puede ser tan difícil! [escapar]”. Te parece que la cárcel se está comiendo tu vida, tu familia está lejos, estás limitado, y escapar de la cárcel te parece mas que un sueño. Cuando llevaba 13 años preso pensaba que mi vida se estaba escapando, que estaba perdiendo el tren, no quería renunciar a mis principios y cuando vi la oportunidad de huir no lo pensé dos veces. La primera vez salté el muro, la segunda vez no lo logré. Se me quedó el cuerpo hecho polvo pero el golpe psicológico fue peor. El día anterior había estado pensando “¿dónde estaré mañana?”, pensé que estaría al otro lado del muro y al final... Intenté escapar de la cárcel de Granada y al día siguiente me mandaron a Carabanchel sin decirle nada a nadie. No se me olvidará nunca el momento en el que apareció mi madre después de la sacudida del cielo y la tierra. En ese momento me llevé una alegría tremenda. Es en esos momentos en los que te das cuenta de lo que la gente es capaz de dar y hasta dónde puede dar. A pesar de todos los inconvenientes y sustos siempre contigo. No olvidaré jamás la sonrisa cómplice de aquel día “ a pesar de todo, ¡todavía vivito y coleando!”. No, no me arrepiento del intento, nunca podré decir que no intenté llevar a cabo lo que tenía en mente.


Lo que ese intento de fuga no te dio te lo ha dado ahora el tiempo. Saliste de la cárcel de Jaén el pasado 13 de abril de 2011.


Estaba en una nube. La gente haciendo preguntas, mucha emoción, todo nuevo, novedoso, siendo el centro de atención... no es un momento cualquiera en tu vida... En esos momentos intentas expresar lo más sentido, dándole a los demás lo que esperan de ti, haciéndole sentir a los que quedan dentro que algún día llegará también su momento, y sobre todo mirando hacia delante. Es increíble las relaciones que llegas a hacer dentro [de prisión], son relaciones muy estrechas que pueden romper la monotonía. En la calle las cosas son diferentes, estás con más personas, la monotonía coge otro sentido, las relaciones tienen otro sentido y otra intensidad diferente. En la calle le damos más importancia a las cosas materiales, a la economía. Dentro no es así, en prisión das lo mejor de ti mismo, tu vida, tus años... y eso no tiene precio. Por suerte estando preso he podido ir haciendo un caminito con mi compañera y mi hija, pero hasta mi salida no había podido abrazarlas fuera de la cárcel. Bueno, lo pasado, pasado está, es precioso estar con ellas aquí en mi pueblo. He sido el último en llegar a casa así que ahora estamos en fase de adaptación, que no es cosa fácil, pero con cariño y con ganas cada uno va encontrando su sitio. Para mí ha sido un gran cambio. Dentro tienes tu propia vida, pides para ti, luchas por ti. Aquí no, aquí tienes que pedir las cosas para tres, hacer las cosas para los tres y tienes que asumir que no eres el único a bordo, que tienes que contar con las personas de casa.


¿Es imprescindible tener a alguien a tu lado para enfrentarte a un nuevo mundo?


Sino ¿cómo podrías ubicarte ante este mundo? ¿dónde? ¿cómo harías las cosas? Necesitas una seguridad para moverte, para conocer tu entorno, para obtener información, para asumir cómo funcionan las cosas. Cuando me llevaron preso no existían las infraestructuras que hay hoy en día, ni tantas casas, ni móvil, ni internet, había peseta y el mundo no iba tan rápido. Por ejemplo, sin apoyos, ¿cómo sabría a dónde tengo que ir a cobrar el paro? ¿Cómo saber usar las máquinas que funcionan allí? Cuando hace treinta años fui a cobrar el paro no tenía nada que ver con lo que hay ahora, antes no había nada informatizado. Al principio necesitas ayuda para cualquier cosa, hasta para andar por la calle. Además de eso también necesitas tener una brújula que te de unas pautas como un trabajo o algo así. Y en ese proceso estoy ahora, diseñando el nuevo mapa de mi vida. Los gobernantes dirán que la cárcel sirve para reinsertar, pero no es cierto. Uno se reinserta estando en la calle. La cárcel deja muy pocas cosas positivas.


Desde tu salida de prisión hasta ahora se han dado pasos importantes en el panorama político. ¿Cómo estás viviendo éstos momentos? ¿Cómo viviste la época de la negociación desde la cárcel?


En la cárcel las épocas de negociación se viven de una manera muy especial, no sabes qué se está moviendo. Intentas entender algo leyendo entre líneas los periódicos, pero como no estás en la punta del iceberg, no tienes más que hipótesis, y es con el paso del tiempo que entiendes las cosas.
Es peligroso vivir en la cárcel con espectativas, y para nosotros, nuestra libertad era secundaria.
Nosotros pensábamos que cuando se solucionase el conflicto en este pueblo y desaparecieran los motivos que nos habían llevado a la lucha, nuestra libertad vendría de la mano. Siempre he tenido claro por qué estaba preso, es por eso que analizo las razones por las que me metieron preso la primera vez, y después me analizo a mi mismo. Ahora se están dando pasos importantes, el tema de los presos ha pasado a ocupar el primer plano, pero los objetivos son los mismos, están bien definidos, y el enemigo sabe perfectamente cuáles son. Por eso no quiere dar esos pasos. De todos modos, estate seguro de que no cejaremos en nuestro empeño hasta que Euskal Herria obtenga todos los derechos.


Traducción del original en euskara por el Colectivo Autodefentsa


Original: en euskera en el semanario “Argia”12 de febrero de 2012

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